Suecia ha puesto en marcha un debate crucial entre los países de la Unión Europea para establecer límites a la donación de esperma y óvulos entre estados miembros, una práctica que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y que plantea serias preocupaciones éticas y regulatorias.

Esta iniciativa responde a cambios sociales y legislativos recientes, como la disminución general de la fertilidad, el retraso en la maternidad y la ampliación de derechos reproductivos para mujeres solteras y parejas del mismo sexo.

La propuesta sueca destaca la falta de una regulación europea común que controle el número de hijos nacidos por donante, lo que ha llevado a situaciones extremas donde una sola persona concebida por donación puede tener más de 100 medio hermanos genéticos en todo el mundo, generando riesgos de endogamia y problemas psicosociales para donantes y concebidos. Además, se denuncia la mercantilización de la procreación.

Actualmente, países como España limitan a seis el número de hijos por donante, pero la ausencia de un marco europeo uniforme permite que criobancos comerciales, especialmente en Dinamarca, exporten gametos sin restricciones claras.

El ministro de Sanidad belga, Frank Vandenbroucke, ha subrayado la necesidad ética de estas medidas, calificando de «inaceptable» que niños y padres descubran por pruebas genéticas la existencia de decenas de hermanos desconocidos, lo que representa un riesgo social y psicológico importante.

Esta iniciativa representa un avance en la defensa de la justicia reproductiva y la protección de los derechos humanos en la UE, alineándose con una visión progresista que prioriza la ética, la igualdad y el bienestar colectivo frente a la lógica mercantilista que ha dominado hasta ahora la reproducción asistida en Europa.

La regulación propuesta busca equilibrar el acceso a tratamientos reproductivos con la responsabilidad social y la protección integral de todos los involucrados.

T/EFE