Todos tenemos esa canción que escuchamos cientos de veces y que, años después, todavía puede hacernos revivir un momento exacto de nuestra vida. La ciencia acaba de confirmar que ese poder de la música no es casualidad: la mayoría de las canciones que más nos marcan aparecen cuando tenemos unos 17 años. Así lo demuestra un estudio internacional realizado por investigadores de la Universidad de Jyväskylä (Finlandia), que analizó a casi dos mil personas de 84 países.

Los participantes, de entre 16 y 65 años, debían nombrar una sola canción que consideraran personalmente significativa. Luego, los investigadores calcularon la edad que tenían cuando esa canción fue lanzada. Los resultados fueron claros: la mayoría de los recuerdos musicales más profundos se originan durante la adolescencia y los primeros años de adultez. Esa etapa, explican los autores, coincide con un momento en que el cerebro es más sensible a las emociones, al aprendizaje y a las experiencias sociales, lo que deja una huella más intensa y duradera.

La investigación confirma así lo que muchos sospechaban: las canciones de la adolescencia no solo nos gustaban, sino que moldearon quiénes somos. Los científicos llaman a este fenómeno “bache de reminiscencia”, una tendencia humana a recordar con especial claridad las experiencias de entre los 10 y los 30 años, cuando se forman la identidad y los vínculos más significativos.

Una de las sorpresas del estudio fue descubrir que el vínculo con la música no se congela en la juventud. Las personas mayores también crean lazos fuertes con canciones nuevas, incluso más intensos que los de su adolescencia. Esto contradice la idea común de que nuestras preferencias musicales quedan fijas en los primeros años de vida.

Los científicos llaman a este fenómeno “bache de reminiscencia”

Otro fenómeno interesante es lo que los investigadores llaman “bache en cascada”. Los jóvenes de hoy también forman vínculos profundos con canciones que salieron décadas antes de su nacimiento. En el estudio, muchos participantes menores de 30 años eligieron temas publicados unos 25 años antes de nacer.

La explicación parece sencilla: la música que escuchaban los padres o que sigue sonando en el entorno familiar deja una huella. Además, las plataformas de streaming facilitan el acceso a cualquier época, lo que mantiene viva la conexión con los clásicos. Así, una persona nacida en 2005 puede sentir la misma emoción con una canción de 1980 que con un éxito actual.

Esta “herencia musical” demuestra que los recuerdos musicales no solo se transmiten dentro de una generación, sino también entre generaciones. Las canciones viajan con las familias y con las culturas, convirtiéndose en un puente emocional entre padres e hijos.

¿Cuál es esa canción que se quedó para siempre en tu memoria?

T | Muy Interesante