Natchaieving Méndez

¿Qué es la Guayana Esequiba? Comienzo este artículo con una pregunta y le invito a pensar unos instantes en la respuesta…Como todas las interrogantes que nos hacemos en la vida, su concepto de Guayana Esequiba dependerá del lugar en el que viva, de la experiencia y los conocimientos adquiridos a lo largo de sus años.
Es posible que, si está en Venezuela, contestará que es “el territorio en reclamación” o “la zona en el mapa que tiene rayas” y para alguien que no esté en la tierra de Simón Bolívar, tal vez la respuesta se limitará a “el área que se disputa con Guyana inglesa”. Todo depende del lado del cristal por el que se decida mirarlo.
Lo cierto es que cada idea será insuficiente para mostrar lo que representa un espacio geográfico, pues más allá de riquezas minerales, potencialidades económicas, conflictos internacionales, definición de fronteras, un territorio es su gente en su esencia e identidad.
Bien lo define la doctora Fabiola Velasco, titular de la Dirección de Sociopolítica y Cultura de la Fundación Instituto de Estudios Avanzados (IDEA): “La valoración que se ha tenido del territorio Esequibo se ha limitado al valor de mercado de sus riquezas naturales, tales como el oro, diamante, coltán, petróleo, etc, dejando de lado los valores afectivos que demanda necesariamente el ideal de patria.
Dentro de ese territorio habitan personas, que han sido excluidas del conflicto de papel, de la diplomacia y derecho internacional. Habitan personas que cargan su historia ancestral, que reproducen cultura y que viven de su patrimonio cultural y natural”.
¿Tienen los esequibenses identidad? ¿Qué elementos conformaron su arquitectura identitaria? Más allá de lo tangible, ¿qué ideario social existe en este territorio que durante siglos fue remarcado con rayas, las cuales fueron eliminadas de la representación cartográfica de Venezuela luego del referéndum consultivo sobre este territorio realizado el 3 de diciembre del año pasado, algo que ilegalmente había hecho Guyana desde hace tiempo? Profundicemos más.
El patrimonio que nos vincula con la matria
Más allá de geográfico, lo que puede indicar que un territorio pertenece o no a un país es la identificación de su población con lo que representa ese espacio cuando lo denomina “su patria” o en términos más inclusivos y lingüísticamente apropiado “su matria”.En sintonía con lo anterior, Velasco refiere que la patria está en el territorio y es un sentimiento arraigado en las personas, quienes la consideran suya por razones de nacimiento, conexiones emocionales, aspectos legales o históricos. “Por tanto, el significado de la patria también está relacionado a las costumbres, cultura, tradiciones, es decir, al patrimonio cultural de una nación”.
De allí que resalta que pese a que el origen etimológico de las palabras “patria” y “patrimonio” son antagónicos por cuanto el primero lleva a la subjetividad del individuo sobre su territorio y el segundo está vinculado al ámbito económico desde una visión más utilitaria, vistos desde el cristal cultural son términos inseparables que se tributan constantemente. Desmenucemos esta idea.
Todo lo cultural surge del proceso del pensamiento del ser humano cuando en su interacción con el entorno crea patrones, “moldes” con los cuales afrontará los retos, desafíos y realidades que exige el espacio geográfico y la dinámica social en la que se desenvuelve. De allí la explicación de las distintas prácticas culturales en un territorio, incluso si pertenece a un mismo país, pues esto dependerá y variará según las épocas y los hechos históricos que alteren la línea continua de la cotidianidad.
No obstante, la geografía difícilmente cambia de forma drástica, por lo que existen patrones y saberes culturales surgidos de esta interacción con el entorno que se mantienen a lo largo del tiempo y pasan de generación en generación conformando una marca distintiva que caracteriza y hace único a un grupo social, esto es su patrimonio cultural.
Muestra de lo anterior es la construcción de las viviendas, cuyas características estarán vinculadas con el clima y, como en el caso de los pueblos originarios, con la interacción armónica con la naturaleza. Es así como pueden observarse que los materiales, la altura de los techos, la amplitud de las ventanas y hasta la organización de los espacios son distintos de acuerdo al territorio. Es la razón por la que no es igual una casa construida en una zona árida de Falcón, por ejemplo, y otra en lo más alto de Mérida.
Estos detalles que poco son considerados, forman parte del sistema con conforma la identidad, el patrimonio cultural de un grupo social y por lo tanto su definición de patria vinculada al territorio. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con la Guayana Esequiba? Mucho, especialmente cuando puede observarse que, pese a que en esta zona existe y aun conviven muchas comunidades indígenas, la arquitectura evocan las urbes inglesas.
¿Qué ocurrió entonces?
La explicación parte de la instauración velada de elementos, patrones y saberes culturales foráneos en sustitución de los autóctonos. No se trata de quedar congelados en un tiempo original y rechazar los avances culturales y científicos a favor de mejorar la calidad de vida; el problema surge cuando esta sustitución no respeta, tributa, solapa tu pertenencia sobre el territorio y progresivamente, como un virus silencioso, cambia el pensamiento generacional de una población para que esta se identifique con estilos de vida que no partieron de su evolución social natural, sino de la invasión, apropiación y colonización por parte de potencias extranjeras.
Se sustituye las costumbres, los saberes, las dinámicas sociales surgidas por la interacción con el entorno geográfico, por una acción velada o explícita que impone un pensamiento moderno que no considera el territorio, sino el carácter mercantil y hasta cierto punto esnobista. De allí la importancia del patrimonio cultural que representa el cable a tierra de una población con su proceso social evolutivo natural.
Vale en este punto citar lo expresado por Fabiola Velasco: “el patrimonio cultural es una protección existencial frente lo nuevo, porque si careciéramos de ello no tendríamos elementos para hacer frente a una novedad incomprensible; el dominio existencial da seguridad y por tanto nos permite conocer el sentido de lo que nos rodea.
Los territorios geográficos también visten con paisajes culturales y los afectos necesarios para su comprensión y defensa”. Valdría verificar entonces si se respeta en la Guayana Esequiba el aspecto cultural autóctono de su población y no se pretende instalar en la enseñanza que se imparte un imaginario extranjero cultural. ¿Se respeta e imparte la enseñanza del idioma, las prácticas y costumbres ancestrales de las comunidades indígenas, la historia venezolana que incluye este territorio?
Siembra cultural para el control del territorio
Por décadas, la educación colonizada venezolana empleó solo la frase “zona en reclamación” para referirnos a la Guayana Esequiba, es decir, un espacio que era, pero no era. Incluso, se llegó a eliminar la “a” después de la “u” en el nombre “Guayana”, una forma fonética y lingüística de sembrar en el pensamiento colectivo la vinculación de este territorio históricamente venezolano con la República Cooperativa de Guyana.
Una estrategia muy común de la invasión europea sobre los pueblos de nuestramérica.Al revisar la historia de la invasión europea en Venezuela, desde Castillete (Zulia) hasta todo lo que conforma la Guayana Esequiba, la implantación de una cosmovisión bajo la ventana del catolicismo fue clave en todo el proceso de conformación de la identidad que actualmente se conoce.
Sumado a esto, los enfrentamientos bélicos por la posesión del territorio y la llegada de empresas transnacionales con su personal de obra para la explotación de los recursos, permitieron el ingreso al país de otros sistemas de creencias y culturas, que hizo más complejo el fortalecimiento y definición de una identidad colectiva.
Para entender el tema del despojo de Guayana Esequiba por vías culturales, es importante tomar consciencia de que este amplio territorio ha estado ocupado desde tiempos ancestrales por asentamientos de pueblos originarios.
Pareciera entonces que, de acuerdo a los estudios y lecturas sobre el tema, este territorio venezolano es una suerte de rompecabezas de identidades, que aunque son diferentes entre sus piezas, cada una parte desde las prácticas y relaciones que ancestralmente han tenido con el espacio que ocupan, lo cual las hace únicas con saberes y costumbres surgidos por evolución social natural.
Sin embargo, la invasión europea iniciada en el país a partir de 1498 y las posteriores migraciones consecuentes, han ocasionado que se interrumpa la evolución natural de una identidad y han orientado a unificar hacia patrones impuestos por potencias dominantes las piezas de este colorido y rico rompecabezas cultural esequibano. ¿Instaurar un pensamiento colectivo y poseerás su voluntad sobre sus recursos?
El proceso de invasión y despojo de territorio por medio de la aculturación en la Guayana Esequiba es largo. Ensayos, libros, conferencias y un sinfín de estudios han sido difundidos, sin el éxito de cambiar una agresión silenciosa, pero latente que se mantiene. Desde las ciudades fundadas por las misiones capuchinas, los intereses de Gran Bretaña siempre presente en este sector, hasta la migración de otras culturas muy diferentes a la predominante en Venezuela son parte de lo que ahora se vive en este territorio y que muchos venezolanos desconocen.
Resulta temerario resumir en un artículo el proceso de aculturación o transculturación ocurrido en el territorio Esequibo. Lo que si pudiese decirse, para dejar una noción sobre este tema es que de acuerdo a los investigadores, las tierras ocupadas principalmente por indígenas de las etnias Arawak y Caribe fueron sometidas a un proyecto colonizador que comenzó en 1592 con la fundación la ciudad de San José de Oruña, en la isla de Trinidad, y aun sigue bajo el asedio y colonización cultural, con estrategias más sofisticadas y veladas.
Por lo tanto urge posicionar no solo la idea de pertenencia desde afuera: “el Esequibo es nuestro”, sino también formar parte de ese territorio que históricamente pertenece a Venezuela: “los venezolanos somos del Esequibo”.
Además de la defensa del espacio geográfico, el resguardo debe ser hacia la comprensión de los procesos naturales de relación de la población esequibense con su entorno y el reconocimiento de sus costumbres como parte de la idiosincrasia venezolana. Tal como el casabe, la arepa, el tejido, la palma, los cantos de faena, las manifestaciones tradicionales, culturales que forman parte de la identidad del venezolano, deben conocerse y descolonizar la segmentación cultural para incorporar la dinámica de la población del Esequibo, tal como la del resto de los estados que conforman el territorio del país.
Todo lo anterior es garantía de traspasar el papel, los tratados y acuerdos, para que la letra se haga viva y se consolide la defensa de lo que históricamente pertenece a Venezuela.