
Surgió en los años 60 en Alemania como tratamiento al déficit de atención, la hiperactividad y la narcolepsia (trastorno que causa somnolencia extrema), pero fue prohibida en los 80 por ser muy adictiva; en los 2000 apareció una versión ilegal que se hizo muy popular en jóvenes del Medio Oriente, norte de África y Europa del Este, para fines recreativos; y hoy es usada por grupos armados irregulares, terroristas y hasta mercenarios para un mejor rendimiento en combate.
Su nombre comercial es captagón, una droga compuesta de fenetilina -una anfetamina sintética-, cafeína y otros estimulantes, que puede producir euforia, aumento de la vigilia y mayor rendimiento físico y mental, de ahí su popularidad entre combatientes.
Sobre esto, el documental La droga de la guerra de Siria, producido por la cadena BBC, refiere que quienes pelean en ese conflicto civil utilizan esta “píldora milagrosa” para “olvidar el dolor y el miedo”. “No puedes dormir, ni siquiera cerrar tus ojos. No hay nada que puedas tomar para detener su efecto», cuenta un consumidor libanés en ese mismo audiovisual.
En Venezuela se escuchó por vez primera el uso de esta droga entre los grupos organizados por la derecha extrema para las guarimbas de 2017, sucesos que dejaron cerca de 150 fallecidos, varias centenas de heridos y daños materiales.
Ahora suena de nuevo en un escenario similar: Las protestas violentas que sucedieron a las elecciones del 28 de julio. El pasado 16 de agosto el fiscal general Tarek William Saab informó sobre la captura de José Luis Miranda Consuegra, uno de los presuntos financistas de estas nuevas guarimbas, quien tenía en su poder una gran cantidad de dinero en efectivo y 4.000 pastillas de captagón, que de acuerdo con el fiscal, serían distribuidas en las movilizaciones que convocó María Corina Machado para el 17 de agosto.
“No les importa drogar a una gente, de pronto disparar, ocasionar muertos heridos y luego culpabilizar al Estado venezolano”, sostuvo William Saab tras hacer el anuncio.
En ambos casos, la droga habría entrado al país por Colombia.
¿Qué hace en el organismo?
El psiquiatra francés experto en adicciones, Dan Velea, explicó a BBC que el captagón “es un estimulante que genera una ausencia de dolor y de empatía”, por lo que facilita a sus consumidores actuar con violencia extrema y hasta asesinar sin remordimiento. Esto se debe a que la fenetilina, su principal componente, estimula algunas actividades cerebrales, que pueden provocar una mayor atención, mayor confianza en sí mismo, al mismo tiempo que disminuye el apetito y la somnolencia, reseña por otra parte el portal de RFI.
Las pastillas son a menudo ingeridas, pero también pueden ser trituradas y aspiradas por la nariz. Su uso a largo plazo puede ocasionar efectos secundarios peligrosos entre los que se incluyen depresión extrema, letargo, falta de sueño, intoxicación cardíaca y vascular y desnutrición.
Política, guerra y dinero
Todos apuntan a los grupos armados irregulares cuando se refieren al consumo de captagón, pero esta y otras drogas también han sido utilizadas por las potencias occidentales para estimular a sus soldados en las “intervenciones militares”.
Es así como se ha detectado que soldados de Estados Unidos usaron captagón en las invasiones a Irak y Afganistán. Asimismo, el periodista Guadi Calvo escribió en el portal Alainet que en laboratorios secretos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) -en Bulgaria- se habría producido captagón en 2011 para azuzar las denominadas Primaveras Árabes.
Esta no sería la primera vez, pues en la Primera Guerra Mundial, los ejércitos británico, australiano, francés y alemán proveyeron a sus soldados cocaína para aumentar su energía y espíritu en el combate, tal como lo reseña BBC en el reportaje Cocaína, opio y morfina: cómo se usaron las drogas en las grandes guerras del siglo XX.
Dice además ese trabajo que durante la Segunda Guerra Mundial “se mantuvo la tendencia de consumo masivo de alcohol, morfina y cocaína, pero unas nuevas drogas tomaron la delantera: las anfetaminas y metanfetaminas”, por lo que era común que “los soldados alemanes, británicos, norteamericanos y japoneses recibieron del Ejército estas drogas para combatir el sueño, estimular su valor y reforzar su resistencia física”.
El comercio de captagón es hoy muy lucrativo, y así lo dicen los grandes decomisos que se han hecho los últimos años. El portal Euronews registra que finales de agosto de 2022 Arabia Saudita descubrió 46 millones de pastillas ocultas en un cargamento de harina y Jordania frustró un intento de contrabando de 16 millones de comprimidos en febrero de ese mismo año, más del doble la cantidad incautada en 2021.
En 2020, la policía italiana incautó unas 14 toneladas de pastillas de Captagon por valor de unos 1.000 millones de euros, y la describió como la mayor operación de este tipo en el mundo.
Así numerosos ejemplos.
Queda entonces de parte de los gobiernos que producen y de algún modo sirven de canal para la comercialización de esta droga, generar políticas reales para su cerco, pero mientras genere beneficios económicos a unos y políticos a otro, difícilmente se detendrá.