
Natchaieving Méndez
En 1993, la película Jurassic Park mostró al mundo una visión de lo que sería revivir especies extintas a través de la clonación. Este film de Steven Spielberg fue todo un acontecimiento para el momento, no solamente por recrear un impresionante mundo de dinosaurios, además mostró los peligros posibles de jugar a ser Dios y traer a la actualidad especies extintas que nunca convivieron con el hombre.
Aquel dilema ético planteado por esta película hoy es una realidad. Recientemente se conoció un estudio en el que científicos han empleado avanzadas técnicas de clonación y edición genética para crear especies extintas como el dodo, el mamut lanudo y el tigre de Tasmania. ¿Revolución científica o quebrantamiento del ciclo natural de la vida en el planeta?
Desextinción: defensores y detractores
De acuerdo con los últimos avances científicos, la desextinción o el proceso de revivir especies extintas, pareciera haber dejado de ser una fantasía de ciencia ficción para convertirse en un campo de investigación activo. Estos estudios, si bien tienen simpatizantes y promotores que enarbolan la bandera de la revolución científica, también cuenta con detractores que argumentan que tales recursos destinados a tal fin podrían ser reorientados a la conservación de especies vivas en peligro de extinción.
Así, mientras cerca de 1.500 especies de aves están en amenaza de extinción, 223 de ellas declaradas en peligro crítico, una línea de investigación encamina sus esfuerzos en revivir el dodo, ave extinta cuyo último ejemplar vivo fue visto en 1681. La empresa de biotecnología Colossal Biosciences lidera los estudios para lograr la desextinción no solo de esta ave, también de otras especies de animales que ya no están en el planeta.
Pese a que estos estudios de resurrección del dodo comenzaron en 2023, entre las especies que Colossal ha decidido revivir el dodo ha resultado la más difícil. La empresa científica ha manejado una bandada de palomas de Nicobar, pariente vivo cercano a la especie extinta, con las cuales obtienen las células que editan genéticamente para lograr un ave como el dodo.
Del gigante en la Era del hielo a un ratón peludo
Otra especie que los científicos intentan revivir es el mamut lanudo (Mammuthus primigenius), el mismo que la Era del hielo. Recientemente, Colossal difundió un avance de este estudio: un roedor con pelaje largo y espeso, al que llamaron el primer ratón lanudo del mundo.
El genoma del ratón lanudo fue alterado utilizando ADN de elefantes asiáticos, los parientes vivos más cercanos al mamut lanudo. En otras palabras, editaron los genes del roedor introduciéndole los genomas responsables de adaptaciones al frío y el pelaje de los paquidermos, mediante técnicas de edición genética.
Desde el punto de vista científica, este experimento demuestra la vialidad de modificar las características de una especie extinta como las del mamut, las cuales se pudieron obtener con el análisis de restos fósiles y especies cercanas, e introducirlas en organismos vivos. Sin embargo, para algunos expertos como Stephan Riesenberg, experto en edición genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, aun se está «muy lejos de crear un mamut o siquiera un ratón mamut».
Este roedor de laboratorio es el resultado de ocho modificaciones genéticas, entre ellas las mutaciones similares a la de los mamuts. Aun este experimento se encuentra en sus primeras etapas pues falta evaluar cómo esta edición de su genoma afecta su fertilidad, comportamiento, salud a largo plazo y resistencia al frío. Para ello los someterán a pruebas y de resultar positivos los resultados, pretenden a futuro transferir estos genes a elefantes.
Tal como el dodo y el mamut lanudo, los experimentos de edición genética de Colossal se ha empleado para desextinguir especies como al tigre de Tasmania, un marsupial australiano desaparecido en 1936.
Desde la oveja Dolly, primer mamífero clonado hace más de tres décadas, mucha agua ha corrido. Desde entonces se ha logrado reproducción genética del hurón de patas negras, una especie también en peligro de extinción.
Asimismo, la empresa neerlandesa Grazelands Rewilding cría un equivalente moderno del uro (tauros), una especie parecida al buey que aparece en pinturas rupestres prehistóricas, extinto en el siglo XVII.
¿Dinero al servicio de la ciencia o de un capricho?
A principios de enero, se conoció que Colossal Biosciences recibió 200 millones de dólares más en inversiones, con lo que el financiamiento a sus proyectos de reproducción genética ascienden a $ 435 millones. En 2021, esta empresa con sede en Dallas, inició con 15 millones de dólares, lo cual ha aumentado de forma vertiginosa en menos de cinco años.
Quienes defienden este trabajo investigativo sobre la resurrección de animales extintos alegan que estos avances contribuirán con la conservación, por lo que nuevos inversores se suman a estas iniciativas. No obstante, otra tendencia adjudica estos proyectos a «caprichos de millonarios» quienes en vez de emplear grandes cantidades de dinero en otras áreas actuales prioritarias, destinan su inversión a la creación “insatisfactoria” de animales extintos.
Peter Jackson, director de “El Señor de los Anillos”, la socialite Paris Hilton, el exjugador profesional de fútbol americano Tom Brady es uno de los inversionistas de los proyectos de la empresa de biotecnología Colossal Biosciences. También figuran el golfista profesional Tiger Woods y empresas de inversión como Breyer Capital y TWG Global.
Ingeniería genética desconcertante
Melanie Challenger, autora del libro El animal que somos: una nueva historia de lo que significa ser humano, advierte el término desextinción es engañoso, pues realmente se trata de una «ingeniería genética de un nuevo organismo para que cumpla las funciones, en teoría, de un organismo (vivo) existente. No se está resucitando nada”.
Para Challenger, reseñada en diversos medios internacionales, en todo el proceso de manipulación genética existen «diferentes consideraciones éticas bastante escabrosas”.
Por otro lado, existen algunas preocupaciones acerca del impacto ecológico a largo plazo, la adaptación a los ecosistemas actuales y el riesgo que representaría para las especies actuales, estos animales extintos “revividos».
Existen argumentos que destacan que la desextinción de algunas especies podría impactar positivamente el ambiente. Su aparición, suponen, podría generar condiciones existentes antes de los daños al ecosistema que surgieron luego de su ausencia.
No obstante, otras tendencias refieren que el planeta está en transformación permanente y lo que actualmente prevalece es porque pertenece al orden ecológico actual.
Clare Palmer, profesora de filosofía de la Universidad Texas A&M especializada en ética animal y medioambiental, opina que traer de vuelta animales extintos puede no funcionar pues el paisaje ya no es el mismo. Tampoco, refiere, se conocen exactamente las necesidades de estas especies, por lo que las crías creadas «por ejemplo, no aprenderían de sus padres a cazar, buscar comida o relacionarse con los miembros de otras especies”.
Igualmente, algunos expertos advierten que existe la posibilidad que la cría y reproducción de especies creadas en laboratorios pongan en peligro tanto a los animales vivos utilizados como modelos y a los ecosistemas en los que finalmente se liberarían.
¿Llegará a los humanos?
Cuando se está en presencia de estas investigaciones de modificación genética en animales extintos, es inevitable la interrogante: ¿podrá ocurrir con seres humanos? Si comparamos la curiosidad que de libros ha pasado al cine y de este arte al campo práctico científico, entonces esto sería un hecho.
El dilema ético en este casi, sin dudas, sería mayor, de allí que no se ejecuten (o se difundan, tal vez) proyectos que traten sobre la manipulación genética humana. No obstante, han surgido otras vía para satisfacer el deseo de resucitar personas, al menos de manera virtual, es un aspecto que en la actualidad es un hecho.
Proyectos como Life’s Echo utilizan chatbots avanzados para recrear la voz y la personalidad de personas fallecidas, para que sus seres queridos interactúen con ellos de manera virtual. Para esto, los familiares deben suministrar datos detallados sobre la vida del fallecido, recuerdos de sus diferentes años, momentos significativos y otras características, que permitirán a la IA reproducir al ser amado que ha muerto.
Esta iniciativa de «revivir» a los fallecidos mediante IA genera diversas preguntas éticas al respecto. Desde la privacidad y seguridad de los datos suministrados hasta el impacto en las personas en proceso de duelo, son parte de las preocupaciones que preocupan a la colectividad, especialmente, a los especialistas vinculados con el estudio de la salud mental.
Tanto la desextinción como la resurrección virtual, sin dudas, son avances tecnológicos que hoy son posibilidades concretas frente a especulaciones de la imaginación que hace algunos años solo eran cristalizadas en películas como Parque Jurásico. Es así como esta realidad científica también conduce a debatir y reflexionar sobre los límites entre la evolución y lo ético.
Es crucial que la sociedad conozca y debata sobre estas implicaciones que, al final, tendrá repercusión en su dinámica y relación con el entorno. Buscar un equilibrio entre la innovación y la responsabilidad para asegurar que los avances de las ciencias sean realmente para el beneficio de la humanidad y el planeta, es el eje fundamental en cualquier acción que busque romper las normas naturales de la vida en la Tierra.