
Le invito a hacer un ejercicio de imaginación. Visualice en plano real al personaje Susanita creado por Quino, con su peinado impecable, vestimenta muy bien cuidada, sentada en una cafetería moderna, rodeada de otras mujeres. Ella, soñando despierta con su “príncipe azul” y buscando en el celular la decoración perfecta para su casa. A su lado, otra compañera de espacio, con el aspecto físico práctico que el tiempo le permite, cuadrando cuentas de fin de mes, cerrando negocios, dando instrucciones a un equipo.
La primera con un objetivo claro: casarse, tener hijos y ser una perfecta ama de casa. La segunda, ser reconocida como profesional, pero con las mismas exigencias que su contraparte. Ambas diferentes, pero coinciden en ser valoradas desde sus capacidades y tener un hogar ¿Qué pasa cuando los sueños tradicionales chocan con las aspiraciones de las mujeres de hoy?
Susanita, creada por el argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón en 1965, representa a la mujer tradicional que sueña casarse con un hombre adinerado y físicamente atractivo, tener muchos hijos, dedicar su vida al hogar y tener contacto con la sociedad solamente a través de las reuniones y obras de caridad. Este ideal ha sido fuente de controversias que en la actualidad se mantienen, pues hace que afloren los deseos y roles que históricamente la sociedad ha encargado a la mujer y los retos actuales que esta población debe asumir desde un pensamiento emancipador del género.
Ser Susanita: ¿ícono aspiracional o símbolo de conformismo femenino?
Para Alejandra Laprea, representante de la Marcha Mundial de las Mujeres Venezuela, la respuesta a esta pregunta tiene que ver con las aspiraciones y proyecto de vida de cada mujer. De acuerdo con la feminista, si bien existen algunas que tienen como meta y eje de acción alcanzar logros profesionales e individuales de acuerdo a sus capacidades, para otras está bien visualizarse desde la ama de casa que espera al marido, lo atiende, cuida los hijos y el hogar.
“Más que saber si algunas mujeres perseguimos o no el deseo, la meta o el proyecto de ser Susanita lo que sí sé y estoy muy consciente, es que hay una presión por cumplir con ese esquema de la esposa, madre perfecta dedicada al hogar y en los últimos tiempos tiene que además que cumplir con el de profesional, trabajadora”, recalcó.
Laprea destaca que en la actualidad no se trata de sustituir un estereotipo de mujer por otro, lo que ocurre es que a la mayoría de las mujeres la sociedad les exige ejercer además la función tradicional de ser madres protectoras y cuidadoras de la familia, promotoras y pilares en las comunidades, garantes de los saberes ancestrales, en tacones altos, traje de taller impecable como Susanita, trabajando ocho horas, incluso más. “Las mujeres solemos ser más proclives a dar más tiempo al trabajo para probar que sí podemos. Entonces es un poco más complicado”, expresó.
“No hay mejor cosa que terminar de acostumbrarse a que todo anda mal, para empezar a ser feliz” Susana Chirusi
Cuando Quino creó a Susana Clotilde Chirusi, más conocida como “Susanita” la amiga de Mafalda, hizo una abierta crítica a la mujer tradicional, especialmente la de alto poder adquisitivo, cuya vida y pensamientos eran superficiales. Altanera, envidiosa, chismosa, que detestaba hablar de política y temas sociales, tenía como único norte conservarse bien físicamente para el marido bien parecido, rico y proveedor. No es una imagen exclusiva del caricaturista argentino, muchas películas y series también replicaron este estereotipo de mujer y además, progresivamente, fueron integrando a este características de su contraparte (Mafalda), lo cual marcó el inicio de una nueva concepción de mujer.
Cinco décadas después, ¿las críticas de Quino hacia el rol de la mujer fueron superadas? Desde la perspectiva de la investigadora y docente Jennifer Rivero hoy siguen vigentes las características de la sociedad expuesta en sus personajes por el humorista gráfico y gran parte de la reproducción de estos patrones tienen su génesis en el ambiente educativo y comunicacional.
“A pesar que, supuestamente, hemos superado algunas cosas todavía está el tradicionalismo por allí bien tatuado en la piel”, expresa Rivero. Desde la percepción de la investigadora esta persistencia de los estereotipos sociales como Susanita es posible por una educación distanciada de la realidad, con currículos educativos desgastados, con la permanencia de la concepción del rol de la mujer como la eterna cuidadora, lo que se evidencia cuando se observa que la mayoría de los docentes son féminas.
Además de ello, la docente refiere que en la actualidad pareciera que existe la tendencia en volver a implementar a través de algunas las películas y la serie coreanas, la imagen de la mujer tradicional. Esta opinión es compartida por Lidia González, psicóloga familiar, quien resalta que pareciera estar surgiendo un movimiento, incluso en redes sociales, de volver a los sueños de Susanita.
“Entonces es como todo muy cíclico (…) Me he topado con esa mujer que sueña con el “sugar daddy” que le resuelva la vida, esa es la traducción de la Susanita del siglo XXI, la típica chica que se asoma diciendo quiero un “sugar daddy” que me mantenga, me sostenga una posición económica y cubra todos los lujos que quiero para mi vida”, comenta.
Por otro lado, Alejandra Laprea refiere que la contribución de la industria del entretenimiento y la comunicación a esta realidad es la reproducción de un sistema de subjetividades simbólicas en la que la sociedad se encuentra inmersa. “Y encima estamos muy sometidas a todas las presiones de la industria de la belleza que están muy relacionadas con las transnacionales de las farmacias, entonces tenemos una Susanita que tiene que cuidar, limpiar, no sé qué, pero también tiene que tener uñas postizas, siempre muy lindas, muy jóvenes, no pueden envejecer”, enfatiza.
De acuerdo con lo anterior, la industria entonces promueve la eterna competencia por alcanzar y encajar en un modelo de belleza que no es natural como lo han vendido las transnacionales de la farmacia, a la par de un concepto de éxito que dista del que Susanita, en sus años 60, anhelaba. “El éxito se lee de muchas maneras, es haber alcanzado tal y tales otras cosas y no siempre mi éxito es el mismo reflejo del que tú tienes”, comenta Jennifer Rivero.
“¿Yo tener hijos para perpetuar la especie? ¿Qué me importa a mí la especie? Yo quiero ser madre y no una fábrica de repuestos” Susana Chirusi
Un estudio de OIT-Gallup realizado en 2017 y por el que se entrevistaron a cerca de 149 adultos de 142 países, expuso que 70% de las mujeres prefieren trabajar que permanecer en sus casas. De esta cantidad, 29% desearían tener empleos remunerados y 41% desearían estar en una situación que les permitiesen trabajar y cuidar de sus familias. Solo 27% de las mujeres consultadas desea permanecer en el hogar.
Es así como se presenta una gran paradoja: por un lado, el deseo de ser amadas y respetadas; por el otro, la lucha por la autonomía. En algunos casos, quizás en la mayoría, tal como Susanita ser madre es el deseo pleno de toda mujer; sin embargo, otras refieren que, si bien este anhelo puede ser biológico, existen otras inquietudes que las llevarían a alcanzar su meta máxima de realización.
Giogerling Méndez, abogado y locutora, defiende que el sentimiento de ser madre es una condición propia del sexo y, contrario a lo que otras personas refieren, la presión externa justamente es a no tener hijos por alcanzar éxitos profesionales. “Nosotras las mujeres somos creadoras, nuestro cuerpo viene con una matriz y el deseo de ser madre. Es algo que viene con el ser mujer, el común denominador es ser procreadora. No es por la sociedad es porque somos mujeres, lo que es instaurado por la sociedad es a no querer tener hijos”, sentenció.
Por su parte, Daniela Mariño, una joven diseñadora de 22 años, refiere que muchas muchachas de su edad sueñan con ser madres, aunque no lo expresen, pues desde niñas han aprendido que “esa figura de ser ama de casa no es suficiente. Hay una contradicción entre lo que dicen y lo que desean”. De allí que comparte el pensamiento de que toda mujer tiene un instinto de querer tener hijos.
La psicóloga Lidia González, comenta que en su trabajo diario con adolescentes cada vez es más frecuente encontrar jóvenes que no desean formarse en universidades, sino que aspiran a convertirse en influencer de redes o, tal como Susanita, encontrar a alguien que les resuelva la vida sin autogestionar ni siquiera emocionalmente lo que quieren. “Lo único que ponen en su mente y en su día a día es tengo que hacer ejercicio para estar buena, explotada, porque quiero un “sugar” que me mantenga y ya ahí termina todo. Hasta no importa si este hombre que va a llegar a la vida las maltrata, las veja, lo importante es que les compró una mansión”, relata.
Entonces, ¿qué hacemos con Susanita? Tal vez, en lugar de verla como un modelo a seguir o un insulto, podríamos considerarla un recordatorio de cuánto las mujeres hemos avanzado y cuánto nos queda por recorrer. Este personaje creado por Quino nos invita a reflexionar sobre nuestras propias aspiraciones y a valorar la diversidad de sueños y caminos que cada mujer elige.
Hay quien aún desea una vida plácida y sencilla y no está mal, siempre que sea una elección consciente y no una imposición. El contraste entre el deseo de ser parte de una familia y la necesidad de ser una profesional independiente es un campo de batalla que las mujeres deben navegar.
Así que, mientras algunas se ven reflejadas en los anhelos aventureros de Susanita, otras la ven como un recordatorio de un pasado que desean dejar atrás. La verdadera pregunta es: ¿podremos encontrar un balance entre esos deseos, para no tener que reivindicar ni aborrecer a un personaje cuyo legado es tan complejo como nosotras mismas? La respuesta la tiene usted.
Natchaieving Méndez

