
Investigadores de la Universidad de Leicester (Reino Unido) revelaron en un reciente estudio que el consumo de tabaco deja un registro metabólico detectable en nuestros huesos, que persiste incluso después de largos períodos post mortem.
Mediante el análisis de restos óseos que datan del siglo XII hasta el XIX, los investigadores lograron identificar diferencias significativas entre los huesos de consumidores de tabaco y aquellos que no lo consumían, lo que podría aportar nuevos conocimientos sobre la salud de las poblaciones del pasado.
En concreto, los investigadores analizaron los restos óseos de 323 individuos procedentes de dos lugares en Reino Unido: el cementerio de St James’s Garden en Londres y un cementerio rural en Barton-upon-Humber, Lincolnshire. Lo peculiar de esta última ubicación es que incluía restos de personas que vivieron tanto antes como después de la introducción del tabaco en Europa Occidental en el siglo XVI, proporcionando una línea temporal única para el estudio.
Identificaron 45 características moleculares distintas en el hueso cortical (la capa externa densa de los huesos) que diferenciaban a los fumadores de los no fumadores.
«Esto demuestra potencialmente que podemos ver el impacto que tiene el consumo de tabaco en la estructura de nuestros esqueletos. Nuestra investigación en curso pretende determinar cómo surgen estas diferencias, ya que esto puede tener importancia para entender por qué el consumo de tabaco es un factor de riesgo para algunos trastornos musculoesqueléticos y dentales», explicó la Sarah Inskip, directora de la investigación. (DW)