
Mijeil Kavelashvili, de 53 años, tomó posesión como presidente de Georgia tras prometer el cargo en la sede parlamentaria en Tiflis.
La ceremonia de investidura, televisada en directo, contó con la participación de diputados miembros del partido gobernante Sueño Georgiano, los máximos cargos del poder judicial y otros altos invitados, pero los embajadores extranjeros acreditados en Georgia no asistieron en masa al evento.
Kavelashvili, quien había sido futbolista profesional antes de dedicarse a la política, fue aprobado como presidente de Georgia por 224 de los 300 votos del colegio electoral.
Desde la residencia presidencial cientos de opositores se han dirigido hacia la sede del Parlamento, donde protestaron con pitadas y enseñaron tarjetas rojas en alusión al pasado futbolístico de Kavelashvili.
En su discurso de investidura, el exfutolista afirmó que “Georgia se enfrenta a una polarización artificial de la sociedad impuesta desde el exterior”. “Aprecio a todos los ciudadanos de Georgia, independientemente de sus opiniones políticas. Seré el presidente de todos”, aseguró Kavelashvili, que prometió empeñar todos su esfuerzos para consolidar y unir a la sociedad.
Según la Constitución georgiana, el presidente ejerce como jefe del Estado pero sus funciones son meramente representativas, ya que el poder Ejecutivo recae sobre el Gobierno, que es conformado por la mayoría parlamentaria. “Es un día histórico. En este edificio se proclamó la independencia de Georgia en 1991, y ahora finalmente se ha formalizado la república parlamentaria”, dijo el presidente del Legislativo, el diputado de la formación gobernante, Shalva Papuashvili, al comienzo de la ceremonia de investidura.
La presidenta saliente, Salomé Zurabishvili, cuyo mandato expira este 29 de diciembre, no reconoció la victoria de Sueño Georgiano en los comicios parlamentarios del 26 de octubre, apoyó las protestas de la oposición y se negó a abandonar el cargo «hasta que haya un parlamento legítimo».
El primer ministro de Georgia, Irakli Kobajidze, advirtió en más de una ocasión que Zurabizhvili se expondría a un arresto si perseverase en ocupar la residencia presidencial tras la investidura de Kavelashvili.
Por la mañana, unas dos mil personas se congregaron a instancia de Zurabishvili frente al palacio presidencial, en el centro de Tiflis.
Poco antes de la investidura, la hasta ahora presidenta europeísta Salomé Zurabishvili abandonaba la residencia presidencial y declaraba ante cientos de sus partidarios que ella sigue siendo la “única presidenta legítima de Georgia”. “Nada ha cambiado, esté yo o no en la residencia. Esta residencia presidencial era un símbolo mientras había en ella un presidente legítimo”, ha dicho Zurabishvili, que ha calificado de “parodia” la investidura de Kavelashvili.
Este sábado, cuando miles de tiflisenses formaron una cadena humana contra la decisión del Gobierno de aplazar hasta 2028 el comienzo de las negociaciones para la adhesión a la Unión Europea, el alcalde de Tiflis, Kaja Kaladze, amenazó a Zurabishvili con medidas legales si no abandonaba la residencia presidencial. “La apropiación de un edificio gubernamental es un delito que se castiga con penas de entre 3 y 15 años de prisión”, advirtió el edil.T/RT-EFE F/EFE