
Natchaieving Méndez
Cada 7 de enero, en la población de Caigua, estado Anzoátegui, ocurre una manifestación tradicional que trae a la actualidad la historia viva del proceso de mezcla de creencias y culturas durante la época de la invasión europea a las tierras del Abya Yala: El Espuntón.
Esta expresión es una huella del espíritu combativo y resistente de los pueblos originarios Cumanagotos, quienes supieron burlar la tempestad ideológica del proceso de dominación a través de la Santa Palabra y mantuvieron sus costumbres que, por proceso natural, definen su esencia.
Origen de esta celebración sincrética
Caigua es una población ubicada a unos 30 minutos de la capital anzoatiguense, Barcelona. Antes de la llegada de los invasores europeos, este territorio estaba ocupado por los Cumanagotos, que formaban parte de la etnia Caribe. Como la mayoría de los pueblos originarios del mundo, su relación con la naturaleza era de armonía, puesto que adjudicaban a los astros y fenómenos naturales un carácter divino, lo cual les llevaba a honrarlos, así como a los Caciques, quienes, desde su cosmovisión, debían poseer el don de tener contacto con los dioses.
En el siglo XVII, específicamente hacia 1667, en el proceso de ocupación europea, se establecieron en esta localidad sacerdotes capuchinos de la Misión de Jesús, María y José, por lo que el proceso de catequización, cuyo nombre resalta el fraile Don Manuel Yangües, instauró la devoción al llamado Hijo de Dios, así como todas las fechas católicas que se celebran en la Navidad.
“Los españoles, los religiosos, trajeron las imágenes de Jesús, María y José y les hicieron ver (a los indígenas) que Caigua ni la luna ni el sol eran dioses, pues los dioses eran estas imágenes bellísimas (…) Por eso es que aquí tenemos la ceremonia del Espuntón, que se hace junto con la danza todos los 7 de enero de cada año”, explicó Zarina Troncoso de Lira, patrimonio cultural viviente del estado Anzoátegui y portadora de esta manifestación.
De allí que esta danza ritual con la que los cumanagotos honraban a su cacique, con el paso del tiempo y el proceso de dominación cultural, forma parte de las expresiones con las que se cierra el ciclo de las festividades en honor al Niño Jesús.
No obstante, al observar esta expresión cultural, persisten elementos que en nada tienen que ver con la honra a la máxima deidad de la Iglesia Católica; por el contrario, es una expresión de que, así como se celebra la deidad europea, los pueblos originarios mantienen su tributo a lo que consideran desde tiempos ancestrales los regentes de sus destinos.
Previo al Espuntón
Para los pobladores y practicantes de esta manifestación, la ceremonia del Espuntón simboliza la alianza entre el pueblo Cumanagoto y la Iglesia católica. Todo comienza con las celebraciones de la Natividad de Jesús de Nazaret, en la iglesia Jesús, María y José de Caigua declarada Patrimonio Histórico de Venezuela desde 1960.
Todos los años, personas que pagan promesa por salud u otra petición personal, tal como lo refiere la tradición católica, visten las imágenes de la Sagrada Familia. Es así como el 23 de noviembre, la esfinge de Jesús, conocido como el Niño Pascualito o Parrandero, sale en procesión por las comunidades que lo reciben con cantos de aguinaldo y comidas como el carato de maíz.
Luego de recorrer por varios días las comunidades, la tarde del 24 de diciembre la imagen del Niño Pascualito se lleva a la iglesia, donde es vestido para la misa de Nochebuena, cuando es colocado en el pesebre principal. Es entonces cuando, a partir del primero de enero, comienza su recorrido el “Niño Jesús Grande” hasta el 6 de enero.
Así, el Día de Reyes, el toque de las campanas de la iglesia Jesús, María y José de Caigua, junto con el estallido de fuegos artificiales, anuncian los actos en honor al Niño Pascualito y la ceremonia del Espuntón. La imagen del Niño Pascualito y la de los Reyes Magos salen en procesión y se interpretan cantos en su honor con instrumentos tradicionales. La cofradía y los portadores del Espuntón y la bandera también hacen el recorrido, llevando además machetes como señal de investidura. Esto se realiza previo a la celebración central que ocurrirá el día siguiente.
Alianza entre creencias
Llegado el 7 de enero, una misa en el templo central inicia la festividad. Culminada la ceremonia católica, nuevamente las imágenes salen en procesión desde el interior de la iglesia hacia la plaza, donde son recibidas por quienes realizarán la ceremonia indígena.
Antes de la danza, se presenta ante quien representa al jefe indígena la bandera nacional; una vara (el espuntón) con cinta tricolor trenzada que es un símbolo de mando y una iguana viva, como una ofrenda al gran cacique, así como al Sol y a la iglesia.
Seguidamente, los danzantes, vestidos como indígenas, bailan un mare mare alrededor del jefe indígena. Durante esta danza, interpretan un canto que por tradición oral ha pasado por generaciones y que está en la lengua original de los cumanagotos que habitaban estos territorios. El canto nada tiene que ver con las creencias religiosas católicas; sin embargo, encierra la tradición oral de estos pueblos originarios y lo que consideraban sagrado.
Uno de los danzantes porta una iguana, la besa y la ofrece al cacique que se encuentra en el centro del círculo del baile. Luego, todos los participantes besan al animalito tal como dice la tradición, pues consideraban que era un animal sagrado digno de un regalo para quienes consideraban sus superiores.
La celebración del Espuntón en Caigua es un vibrante testimonio de la rica herencia cultural de los pueblos originarios y su capacidad de resiliencia ante los procesos de colonización. Esta manifestación se permea con los homenajes a la figura del Niño Jesús, para reafirmar la identidad y la cosmovisión de los Cumanagotos, quienes han logrado mantener vivo su legado ancestral.
De esta manera, El Espuntón se erige como un puente entre el pasado y el presente, donde las creencias ancestrales y la fe cristiana coexisten, para enriquecer la diversidad cultural de Venezuela y fortalecer los lazos comunitarios que perduran a lo largo del tiempo.