
Natchaieving Méndez
Llegó el día 366 del 2024, el inicio de otra vuelta al Sol. A partir de mañana hay 8.760 horas de oportunidades para vivir nuevas experiencias. Para algunos, este día representa un momento de reflexión, nostalgia y tristeza por lo vivido durante el año que culmina, las personas que se quedaron en el camino y aquello planteado pero no cumplido.
Para otros, representa el punto de partida para renovar esperanzas, cuando el lienzo vuelve a estar en blanco para pintar una nueva versión de la vida deseada. Por ello, muchas personas realizan diversos rituales y costumbres para atraer abundancia, prosperidad, buena salud, éxito en los negocios, viajes y hasta la media naranja esperada.
La diversidad cultural de los pueblos del planeta hace difícil resumir las costumbres practicadas en diferentes latitudes. No obstante, algunas coinciden y, además de ser curiosas, tienen un origen igualmente interesante. Revisemos algunas de ellas y hurguemos en sus raíces.
Las 12 uvas del tiempo
Comer 12 uvas cuando se escuchan las campanadas que anuncian el fin de año es una de las tradiciones más comunes en los países de habla hispana. Cada baya representa un mes del año que comienza, por lo que al ingerir una a una deben pedirse un deseo. ¿De dónde viene esta costumbre?
Se dice que esta práctica comenzó a principios del siglo XX, específicamente en 1909, cuando hubo una buena cosecha en Alicante, España. Esta teoría refiere que los productores de esa época decidieron ofrecer el fruto en paquetes de 12 bayas, bajo el nombre de “uvas de la suerte”. Una conjetura que no es muy descabellada dado el carácter supersticioso ha históricamente ha tenido la población de esta parte del mundo.
Otra versión, reseña National Geographic en su página web, ubica esta costumbre mucha antes. Periódicos de 1882 reseñan que la clase alta y burguesa española consumía uvas y champán en la cena del Año Nuevo. Así, ese año, ocurrió una protesta de un grupo de trabajadores de Madrid, quienes se concentraron en la Puerta del Sol en Nochevieja, para comer una uva por cada campanada como un acto de burla. Una acción de rebeldía social que dio inicio a una tradición popular extendida por generaciones.
Igualmente, según el mencionado portal informativo, un artículo publicado en el medio español El Siglo Futuro, fechado el 2 de enero de 1894 y que se tituló Las uvas bienhechoras y habla de la tradición. Además, este mismo día se encuentra una publicación en El Correo Militar que dice: «La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio la infinidad de familias y todos a coro gritaron: ¡Un año más!». De esta manera para 1907, la prensa de la época reseña que esta manifestación se había extendido en toda España.
Lo cierto es que, ya sea por rebeldía, costumbre aristocrática o publicidad para la venta de productos, comer 12 uvas en Nochevieja es una tradición que trascendió las fronteras de España y llegó a países como Venezuela, México, Perú, Chile, Colombia y Argentina.
Se dice que ingerir cada uva sin atragantarse y en el tiempo estipulado, es augurio de que los deseos se cumplirán y de que se tendrá un año lleno de suerte. Así que piense muy bien sus peticiones, vaya preparado, tómeselo con calma para que esta costumbre le conceda todos sus anhelos
¿Quieres viajar? Carga maletas en el cañonazo
Al sonar las campanadas y luego del abrazo de Año Nuevo, si vives en países de América Latina como Bolivia, Paraguay, Chile, Colombia, México, Venezuela y Perú, es posible que veas personas rodando maletas por toda la cuadra o pasillo de su urbanización. No te sorprendas ni pienses que lo botaron de su casa, seguramente se trata de la tradición para atraer viajes y aventuras durante el año que comienza.
Aunque no se encuentra una fecha exacta de cuándo se originó esta costumbre, se puede verificar en diversos artículos digitales que tiene mucho tiempo realizándose. Al igual que otras prácticas de fin de año, esta es una manera simbólica de atraer buenos augurios y cumplir deseos.
Quemar un muñeco
En países de América Latina como Ecuador, Venezuela, Perú, Colombia, así como en localidades rurales de Europa, la noche de Año Nuevo se quema un muñeco. Se dice que esta tradición de incinerar monigotes y objetos viejos proviene de la antigua Grecia.
La tradición griega establecía que un rey sagrado debía morir al finalizar su mandato, por lo que se elaboraba una figura de madera de olivo que simbolizaba al monarca y se quemaba. Se dice que en el mar Jónico, se localizó una estatua de madera de Heracles (Hércules en nombre romano) que fue llevada a un templo de Eritrea. Esto evidenció que esta práctica se mantuvo por siglos, luego de eliminarse la tradición de sacrificar el mismo rey en persona.
La madera de acebuche, conocida por su dureza y su belleza, representaba el nuevo año de mandato del rey. Se quemaba para expulsar a los viejos espíritus y la persona encargada de iniciar el fuego representaba al sucesor del dignatario que gobernaría un nuevo periodo.
Como todas las expresiones culturales, tras los constantes procesos de intercambio cultural e invasión entre pueblos, esta tradición se extendió en Europa y se mezcló con otras manifestaciones como las Saturnales de Roma, el Olentzero en el País Vasco y Navarra de España o los rituales celtas.
Tras la invasión europea llega a los países de América y, justamente por ser un acto de imposición, en muchas poblaciones del «Nuevo Continente» los muñecos inicialmente tenían pelucas amarillas y ojos pintados de verde representando a los esclavizadores.
Se dice que los primeros registros de esta costumbre en Latinoamérica se ubican a principios de siglo XIX en Ecuador y luego se extendió a Perú, Argentina, México, Chile y la región andina de Venezuela. Con esta expresión cultural finalizaban las celebraciones religiosas de la Natividad de Cristo, que comenzaban el 28 de diciembre y culminaban el 6 de enero con la Bajada de los Reyes Magos.
Con el tiempo, esta tradición adquirió sus particularidades según el lugar donde se cimentó. Una característica general es que el muñeco puede ser un personaje real o imaginario con roles específicos en la sociedad, por ejemplo, un político. En algunos países, antes de la quema, se lee un testamento escrito en tono de burla y sátira, en el que se bromea con personas de la comunidad. Esto es similar a la Quema de Judas que se hace en Semana Santa en Venezuela.
Además, en países como Ecuador, esta tradición es acompañada por hombres que se visten de mujeres y que representan a las «viudas» del muñeco incinerado. Generalmente, estos personajes piden recolecta para utilizarlas durante las fiestas de Nochevieja.
Si un danés te visita: cuida tu vajilla
Existen otros rituales curiosos que se encuentran en otras latitudes del planeta, por ejemplo, en Dinamarca existe la tradición de romper platos viejos en la Nochevieja. Aunque no se conoce el momento exacto en el que se originó esta costumbre, se dice que tiene su génesis en la Edad Media y que tiene como significado el alejar a los malos espíritus y atraer la buena suerte para el año que comienza.
Esta práctica se extendió a países como Estados Unidos y Canadá. Cuantos más platos rotos encuentres en tu puerta al amanecer, más amigos y buena suerte tendrás en el nuevo año.
En Filipinas, las personas celebran la noche de Año Nuevo con ropas y objetos circulares. Las familias decoran sus hogares con frutas redondas y su vestimenta es de tela estampada de lunares. Algunas explicaciones refieren que la preferencia de la forma se debe a que es igual al de las monedas, por lo que la abundancia de estos atraerá más dinero.
Además, utilizan prendas que tengan bolsillos para llenarlos de monedas (redondas), las cuales sonarán junto a las campanadas que marcan el fin de año. Hay familias que hasta incluyen comidas redondas y utilizan instrumentos de percusión y bocinas para alejar los malos espíritus del año que culmina y dar la bienvenida a la buena suerte.
Las olas en honor a Yemayá
Saltar olas en una playa en la Nochevieja también es una práctica que se ha extendido en algunos países latinoamericanos, especialmente, en Brasil. Se dice que esta costumbre es una herencia africana y que rinde homenaje a Iemanjá, diosa del mar en la religión afrobrasileña del Candomblé y la Umbanda, o Yemayá, denominación de la deidad del panteón de santos africanos del culto Yoruba.
La práctica consiste en saltar sobre siete olas que simbolizan dejar atrás los problemas y vicisitudes del año que culmina, por lo que cada nueva ola representa un deseo. Superar los obstáculos, lo negativo y la atraer buenos augurios para el ciclo que comienza es la creencia de quienes practican este ritual divertido y cargado de energía.
En la otra cara del planeta, es decir, en Japón también existe un ritual particula y curioso. Se trata de tocar el Joya no Kane, una campana que se percute 108 veces en los templos budistas. Este ritual, que tiene siglos en la cultura japonesa, comienza aproximadamente 20 minutos antes o después de las 12 de la medianoche de Año Nuevo. Esta costumbre se hace para eliminar los 108 defectos y deseos mundanos que, según el budismo, poseen los seres humanos y les causa sufrimiento. Al deshacerse de estos anhelos, las personas entran en el nuevo año con un espíritu renovado y purificado.
Comer lentejas como símbolo de prosperidad, vestirse de amarillo, usar ropa interior roja para atraer el amor y la fortuna, lanzar objetos viejos o un balde de agua por la puerta o por la ventana para arrojar lo malo del año que culmina, ponerse la ropa interior al revés, subirse sobre la mesa justo en los últimos minutos del 31 de diciembre, tener un billete de alta denominación en el bolsillo, escribir los deseos en un papel y luego elevarlos al cielo o quemarlos y echar las cenizas en champán…
La lista de tradiciones a lo largo y ancho del planeta es larga y faltaría mucho espacio digital para mencionarlas y explicar el origen de cada una. Sin embargo, si algo es coincidencia en todos estos rituales, es que su práctica ha pasado de generación en generación, representan la esperanza de atraer buenos augurios para el año que comienza y son una forma de renovación de la fe en los días por venir.
Sea cual fuese su costumbre o lugar en el que se encuentre, todos compartimos el anhelo de un nuevo comienzo lleno de oportunidades y felicidad. Lo importante es que desde la diversidad todos confluyamos en el deseo y la esperanza de un mundo mejor, libre de guerras y más habitable para las nuevas generaciones. la actitud positiva. Vaya a usted, amiga y amigo lector, los mejores deseos de que sus propósitos y la voluntad para cumplirlos se mantengan y lo conduzcan siempre al camino de la felicidad. ¡Feliz y venturoso 2025!